Desde hace mucho tiempo hemos
llegado al mundo de los avances. Un simple apretón con el dedo índice desde el
cuarto más birrioso de nuestra casa pone en movimiento a una máquina que produce en una hora lo que diez obreros
ejecutaría en el mismo tiempo. Es un avance. No cabe duda que la generación
anterior puso en marcha mecanismos que hicieran posible lo que hoy recoge la
generación siguiente.
Eso sí, las relaciones
humanas siguen siendo humanas. El mundo mejora por decisiones personales y
colectivas. Mucha gente pasa hambre porque mientras ellos se empobrecen otros se
enriquecen.
Luchar contra todo tipo de
injusticia exige razonamiento. Conversación, diálogo, análisis de la realidad y
todo tipo de acciones que hagan posibles el cambio, hacia ese futuro que
buscamos.
Estamos en una encrucijada.
El futuro ha llegado y nos ha pillado con armas viejas, desfasadas, ante
tecnologías que se renuevan cada vez a más velocidad. ¿Estamos a tiempo de
encontrar la fórmula para armonizar tecnología y humanidad?
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