Yo no soy víctima de la Ley
Nacional de Educación. Tengo 69 años y he tenido la suerte de estudiar bajo
unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los
alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda
política.
En jardín (así se llamaba
entonces lo que hoy es "educación infantil", ¡mire usted!) empecé a
estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de
"araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la
O de "ojo" y la U de "uña".
Luego, cuando eras un poco
mayor, llegaba "Semillitas", un librito con poco más de 100 páginas y
un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de
dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Semillitas, no había que colorear
ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.
En Primaria estudiábamos
Lengua, Matemáticas, Ciencias, no teníamos Educación Física. En 6º de Primaria,
si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de
v" o cinco faltas de acentos, te bajaban y bien bajada la nota.
En Bachillerato, estudié
Historia de España, latín, Literatura y Filosofía. Leí El Quijote y el
Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de
Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda... Pero,
sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar
nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y... vamos con la Gramática.
En castellano existen los
participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo
del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente";
el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente".
¿Cuál es el del verbo ser? Es
"ente", que significa "el que tiene identidad", en
definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la
persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se
añade a este la terminación "ente".
Así, al que preside, se le
llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente
del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.
De manera análoga, se dice
"capilla ardiente", no "ardienta"; se dice
"estudiante", no "estudianta"; se dice
"independiente" y no "independienta"; "paciente",
no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta";
"residente", no "residenta”.
Y ahora, la pregunta:
nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que
ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la
lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua
Española? Creo que por la dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva
a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos
patrones ideológicos los hacen más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
Les propongo que pasen el
mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente
a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque
ocupen carteras ministeriales).
Lamento haber aguado la
fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que
habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el
poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto,
el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el
taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el
masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el
electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!
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