Un
cortejo de mujeres que este año comenzó siendo más grande que los pasados y
otro cortejo, este de gente mayor, y muchísimo más numeroso que años
anteriores, están presentes estos días en nuestras calles.
Son
solo dos casos de participación popular que nos animan a seguir confiando
en que las cosas pueden cambiar, con el esfuerzo de todos. Dos ejemplos muy
hermosos de esperanza activa. Dos hechos ocurridos hace solo recientemente. Dos
ejemplos que pretenden que lo realizado no fuera una construcción meramente
coyuntural, sino integrada en la estructura social.
¿Y eso
por qué? Pues –dicen los mayores- porque los motivos que los han originado
son muy de fondo. “Seguimos viviendo una profunda crisis, en nuestro país y en
el mundo, tanto en el ámbito de la economía, fruto del afán de lucro ilimitado
de los más poderosos del Norte capitalista; los cambios profundos a nivel
mundial en el aspecto tecnológico, con lo que conlleva de precariedad en el
trabajo, en especial para los jóvenes; la transformación de los valores a
escala planetaria; el cambio climático que nos afecta cada día con más
intensidad, especialmente a los países empobrecidos del Sur; sin que los países
más desarrollados se comprometan a un cambio radical de producción, solidaridad
y consumo; el absoluto descrédito de la clase política, de las instituciones
religiosas, etc., etc., etc.”
Tarde o
temprano a los jubilados habrá que tenerlos más en cuenta. Un
colectivo del que todos los gobiernos han querido apoderarse con distintas
medidas, para asegurarse su voto incondicional. Y, en segundo lugar, con
un crecimiento en auge están los colectivos feministas, protagonistas de tantas
otras exclusiones que padecen las mujeres en nuestro mundo. Unos cinco millones
de trabajadoras que han parado y con la asistencia de cientos de miles a las
convocatorias realizadas en los barrios y en las ciudades de todo el Estado,
han hecho que el gobierno cambie sus expresiones ante este colectivo, llegando
a manifestar -cínicanente…- en algunos casos que eran ellos mismos quienes las
convocaban, desdiciéndose muchos de declaraciones contrarias.
A pesar
de lo positivo de todo ello, que los viejitos y las mujeres no nos
acostumbremos a la siesta y , bien espabilados, sigamos al pie del
cañón.
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