Son situaciones humanas
concretas. Están ahí hace tiempo y no hemos sabido o querido resolver. Ocurre
hoy, mañana y el que sigue también y ya lo hacemos insalvable: “viven en la
pobreza porque no quieren trabajar”, “han oído que aquí todo se les da gratis y
vienen hasta en pateras”, “si es pobre, es porque se lo merece”.
Aquello que no queremos,
sabemos o podemos resolver lo convertimos en peligro y entra en nuestro
diccionario mental como un prejuicio. Algo que llega y pudiera enriquecernos se
convierte en algo a solucionar por el control y la violencia.
Ya lo decía Abraham Maslow: “cuando
la única herramienta de que disponemos es un martillo, tendemos a creer que
todos los problemas son un clavo”.
Igual pasa con la pobreza.
”La culpa de la pobreza son los pobres”. Seguro que esta falacia la has
escuchado o la has leído alguna vez. Prejuicios -que no juicios- son un
obstáculo para el acceso a oportunidades y el bienestar de las personas que
padecen pobreza. Con esa idea estamos diciendo que si alguien se esforzara, es
decir, si trabaja y maneja razonablemente su vida, dejaría de ser pobre. La
pobreza se debe entonces a un defecto personal, una suerte de indolencia, son
pobres las personas que pretenden vivir sin esforzarse.
Pero este es un razonamiento
insostenible que poco tiene que ver con la evidencia. Más de mil millones de
seres humanos viven con menos de un dólar por día. 2.800 millones de personas,
es decir, cerca de la mitad de la población mundial, viven con menos de 2
dólares diarios. Hay 767 millones de pobres en el mundo, una de cada diez
personas viven con menos de 1,9 dólares por persona al día. En España, los
números bailan y los últimos caculos hablaban de casi trece millones de
personas en riesgo de pobreza.
No debemos olvidar que la
responsabilidad de este problema es de la sociedad que la alberga, y de los
responsables políticos que deberían poner en marcha los mecanismos adecuados
para acabar con ella. Y la pregunta clave es: ¿Quién ha puesto a estos
políticos que tanto criticamos a gobernar?
Se trata de luchar contra la pobreza, no contra
los pobres.
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