Aquella mañana cuando tiraba
de la red note que pesaba más de la cuenta, pensé ¡Por fin un día bueno en
estos tiempos! Cuando la eché sobre la barca me quedé congelado. No, no era una
sirena como estaréis pensando, era algo más extraño. Un gran corazón, sucio,
olía mal y latía muy despacio. Entonces en mi cabeza empecé a escuchar una voz.
Era el corazón que me estaba hablando.
- Hola, soy el corazón del
mar.
- Entonces voy a devolverte a
él.
- No, espera, antes de ello
escúchame. Me estoy muriendo, la humanidad está terminando conmigo.
- ¿Y que puedo hacer yo? -le
pregunté.
- ¡Mucho! -me contestó-.
Cuando llegues al Puerto empieza a decir a toda la gente que te encuentres que
hay que cuidar el mar, que no hay que sobrexplotarlo, que hay que respetarlo.
Que te lo ha dicho el corazón del mar. La gente al principio te tratará de
loco, pero tu continua. En verdad siempre se toma por loco a quien se sale de
lo común.
Y así después de devolver el
corazón al mar, llegue al puerto con un solo pescado, era mi cena y con ello me
bastaba. Vendí mi barca y me convertí en predicador del mar... Sí, soy más
pobre, pero más rico a la vez, porque sé que la supervivencia de la humanidad
está en nuestra mano.
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