Tan familiar como algún que
otro ramalazo de gripe le resultaban a Pepa aquellos momentos de ansiedad que a
veces le venían.
Lo tenía calculado. ¿Que el
estrés le pegaba duro? pues ella se preparaba para el momento oportuno. Y así
dedicaba un mayor tiempo a actividades físicas.
Pero lo que no había
experimentado es que aquellas preocupaciones fueran más constantes y sintiera
más de una vez miedos sin sentido, cómo miedo a salir a la calle, a encontrarse
entre mucha gente -agorafobia- y situaciones similares.
Y ya se acercaba al mes y
veía como la vida de todo lo que le rodeaba seguía su curso normal. Alguien, al
verla tan aturdida, le dijo que así no podía seguir y que necesitaba ser
tratada por un profesional.
Es difícil cuando el pico de
ansiedad se dispara pararse en todo momento a pensar y decir algo contrario.
Especialmente tomar decisiones.
Más algo puedes hacer: Estás
viva. El mundo no se acaba hoy. Y lo más seguro es que pasado tampoco.
Seguiremos hablando de estás
cosas, que nos pueden afectar a todos.
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