Los datos son demoledores: 736 millones de personas sufren pobreza extrema en nuestro desarrollado mundo. El 55% de la población mundial no goza de sistemas de protección social. El Banco mundial asigna un perfil de pobre a alguien que vive en una zona rural, con muy poca educación, que trabaja en la agricultura y tiene menos de 18 años.
Sin embargo, demostrado queda que las inversiones realizadas en el desarrollo y la transformación rural ha sacado de la pobreza a unos 750 millones de personas, aunque últimamente, el foco ha vuelto a desplazarse a las ciudades, por las oportunidades de empleo que da la rápida urbanización.
La ecuación no es fácil. Hay que reconocerlo. No hay dinero para todo, aunque mejor cabría decir, que esos fondos existen, pero no se destinan a esos fines.
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