Ayer
tarde paseando por una bella plaza de la ciudad me encontré a un amigo de la
juventud que estaba sentado en uno de los bancos del parque, con la cabeza
inclinada y apoyada en sus manos.
Me acerqué a saludarlo y a mi pregunta de “Cómo estás”, levantando la cabeza,
con lágrimas en los ojos y una voz que casi no lo entendía me dijo: “Muy triste.
La Tristeza me domina hoy”.
Y sentándome a su lado esto fue lo que me contó.
“Ayer fue un día triste para mí y pensando en este tema las lágrimas me caían a
chorros. Y ahora comienzan a querer salir. No es un problema de amor. Si que lo
es de pareja. El amor es algo personal. ¿Tendría más paz si no hubiera existido
lo que ha creado en mi tristeza? Seguramente sí. Seguramente los motivos serian
diferentes para una u otra situación. Y la paz, mi paz en este caso,
estaría atacada por otro flanco. También podría estar en peligro.
¿Hay
culpable? Sinceramente creo que yo esté en la causa que ha originado la
situación.
Pasara
lo que pasara he aprendido mucho de esta realidad y seguiré aprendiendo.
Saber que tengo que seguir aprendiendo en todo es, lo digo humildemente, una de
las cosas buenas que me quedan en la vida.
Sí. Ya
lo sé. La felicidad no existe. Ni es preciso que me lo recuerdes. Ayer hizo un año
que no voy a mi casa. O sea un año que me fui de casa para ingresar en una
residencia de mayores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario