Primer día
Tiene fama de despistado, merecida y con
creces. Acabando julio se da cuenta, revisando unos papeles que te tiene unos
50.000 euros de la lotería Navidad. Le ha costado un huevo y parte del otro. Al
final ha ganado la solidaridad y la convivencia intercultural. Merece un
aplauso.
Segundo día
Llevaba tiempo pensándolo. Ayer se decidió.
Lo vi salir de su casa vestido de negro. Al estilo gótico que llaman hoy. Le
confirmo con un vampiro, yo por lo menos. No sé si habría hecho alguna
fechorías. Amigos comunes me aconseja lo haga. Ni se me ocurre dudarlo.
Tercer día
Hablando con mi vecino acerca de ese decidirse
suyo por lo negro carnal, me comenta que lo ha heredado de su abuela, a ella le
encantaban todos los poemas que fueran pecados. Y me lo dio uno de ella misma
que hablaba de un polvo que le echaron en el ascensor de su casa. No hubo
manera de que me dejara el textos escrito para yo poder reproducirlos.
Cuarto día
Han venido dos vecinos nuevos. Compañeros o
pareja. Me da igual. Que sean lo que quieren ser. Sin haberse dado a conocer
cuando pasan por mí casa siempre se paran a mirar no de qué cosa. Cuando les
veo llegando al jardín de casa, me quedo mirando al cielo, con mi baba de
orgulloso que presume de lo inteligente que soy.
Quinto día
Todo cambia, todo se mueve. Las cosas no son
como ayer. El partido popular se ha hecho impopular. Pablo Iglesias hasta ahora
intentando convocar a un pueblo unido ya no cree en la democracia.
Nosotros votamos, ellos cuenta los votos.
Nosotros vemos la tele, Ellos nos indican el camino a seguir. No sé, no lo veo claro
Sexto día
Veo un programa en la tele sobre el hambre en
el mundo. Mueren el día más niños en el mundo que los que soy capaz de
imaginar. Todavía no he llorado por ninguno de ellos.
Séptimo día
Lo reconozco, no me apetece nada volver a
votar. Yo ya he hecho mis deberes.
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