Su boca sonriente y su lengua
que no cesaban de moverse eran una auténtica fotografía su personalidad. Atenta
y conversadora con todos. Aunque no todos precisamente la aceptaban. Sí. Sus
temas de conversación no tenía fin. Todo entraba en su diccionario. Digamos más
bien su enciclopedia.
¿Buena persona? Sí. Pero le
faltaba algo importante, quizás el aprender algo nuevo. Necesitaba aprender a escuchar.
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