Erre que erre

Ahora, después de ser elegido por el pueblo, le han descubierto mil y una trapisondas, jugando con el dinero de los que habían pagado sus impuestos. El protagonista de la película se excusa alegando que eso pertenece al pasado. Lo que es todavía triste presente es que aun haya muchos de nuestro jóvenes que aun tengan que irse de nuestro país a la búsqueda de un empleo medianamente digno.

Va parejo con el desarrollo de los pueblos, incluido el nuestro que miles de jóvenes formados y preparados por nuestras universidades tengan que desarrollar sus investigaciones y sus trabajos en otros lugares y darle a ese país el mérito cuyas raíces pusimos nosotros. Estamos en el último escalafón de la investigación, al tiempo que vemos como Inglaterra y Alemania ocupan el primer puesto en el ranking de enfermería a través de enfermeras y enfermeros españoles.

No se puede negar esta realidad. No es el momento para intentar convencer a los españoles que todo va bien, como si nosotros no viviéramos en este país y no tuviéramos oídos para escuchar a nuestros vecinos o simplemente ver qué pasa en nuestras familias.

Un país no es grande por la cantidad de personas ilustres que pueda tener. Lo es por la calidad de vida de su gente. Algunos lo quieren obviar -cosa lógica, pues estamos en vísperas posiblemente de otras elecciones.

Cuando hay tanta gente pasándolo mal no es correcto que los políticos se suban el sueldo. No es señal de buena salud. No avanzamos. Al contrario. Estamos dando pasos atrás.

Otro ejemplo: el pueblo ha votado no dando la mayoría absoluta a nadie. El resultados ha sido una forma de decir: Déjense ustedes de partidismos y vayan a un pactos. Pero ellos erre que erre.