Dueño de sí y feliz vivirá
quien pueda decir día tras día aquello de “he vivido”.
Que mañana el Padre llene el cielo
de nubes negruzcas o de un sol reluciente:
pese a todo, no ha de dejar nada cuanto atrás ya queda
ni deshará, volviéndolo en no acaecido, lo que la hora fugaz
una vez consigo se ha llevado.
Horacio
(de su Libro III de Odas)
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