China
Según una leyenda china, el té fue descubierto por mera casualidad por el emperador Shen-Nung unos 3.000 años antes de Cristo. Eso sucedió de la siguiente manera: el emperador, junto con su cortejo, descansaba en la sombra de un árbol grande. Habían encendido un fuego, y una olla de agua caliente hervía a borbotones. El calor del fuego secó algunas hojas en las ramas largas del árbol. De repente, un fuerte viento se levantó y sopló varias hojas al caldero con el agua. El agua se tiñó de un color dorado y un perfume delicioso emanó del caldero. El emperador probó la bebida y le encantaron tanto el aroma como el sabor delicioso. Dándose cuenta en seguida del efecto agradable y estimulante, al emperador se le escapó el grito: “T’sa”, lo cual viene a significar “lo divino”. Hasta el día de hoy, en chino se le llama “cha” al té.
Japón
Los japoneses también tienen su propia leyenda acerca del descubrimiento del té. El penitente Bodhidarma hizo promesa de meditar durante 7 años. A pesar de su promesa, una noche se quedó dormido. Cuando se despertó a la mañana siguiente, se enfadó tanto por su incumplimiento de la promesa que se cortó los párpados y los tiró al suelo. En cuanto sus párpados tocaron el suelo echaron raíces, y pronto se convirtieron en un arbusto grande. Cuando el penitente vio el milagro se preparó una infusión de las hojas. De todas las regiones llegó gente que se había enterado del milagro. Muchos imitaron al penitente y se prepararon una bebida de las hojas. ¡El efecto refrescante y estimulante se hizo famoso en todas partes! El sabor y el aroma delicioso de la infusión fueron motivo suficiente para considerarla un regalo “divino”. En la escritura japonesa, los caracteres de párpado y de té son los mismos hasta el día de hoy.
India
De India también proviene una leyenda que dice así: en el año 500 después de Cristo, el faquir Dharma hizo el voto de no dormir durante 7 años. Sin embargo, después de 5 años de sumersión espiritual, parecía que ya no lograba vencer el sueño. Lleno de desesperación y consciente de no poder cumplir su voto, cogió unas ramas de un árbol debajo del que había acampado. Se llenó la boca con algunas hojas y las masticó. Poco después, Dharma experimentó un efecto refrescante y estimulante y recuperó las energías necesarias para cumplir su voto.
(de: https://www.dethlefsen-balk.de/ESP/10730/Leyenda_del_t_.html )
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