Tus pies entran en contacto
con la arena. Y no siempre guardas el equilibrio que traías del asfalto. Al
rozar el agua la sensación comienza a ser diferente hasta que el agua se
convierte en tu conductora.
Decir que estás en el cielo o
en el vacío es no decir nada. El agua deslizándose suavemente o en oleaje te
aleja del mundo de tu yo de cada día y te acerca al horizonte.
Allí donde el azul del cielo
se abraza con el azul del mar es nuestro horizonte cercano. El lugar donde la
misericordia abraza al verdugo, donde la solidaridad echa fuera al egoísmo y
otro nuevo lenguaje, otras costumbres diferentes, nos hacen sentirnos
ciudadanos de otro mundo donde siempre podemos hacer cercano cualquier
horizonte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario