sábado, 20 de junio de 2020

El río

En este río de inseguridades me encuentro, siento que todo es oscuridad a mi alrededor, no sé qué más hacer para que mis ojos encuentren una pequeña luz.

En  el  rincón  de  un  silencioso  lamento,  allá,  alejado  de  toda  vida  dentro  de  un remolino, voy perdiéndome; entre un segundo y otro ya no estoy, voy cayendo.

Siento  que  mi  vida  pasa  lentamente ante mis ojos. No pienso en nada, tengo miedo, pero sentimientos encontrados van naciendo en mi pecho; lo estoy disfrutando.

Por las orillas siento caer sobre mí las hojas de los árboles Disfruto cómo entra en mi boca el agua, un dulce liquido me ahoga, me falta el aire, no puedo respirar; por más esfuerzos que hago no puedo detener la caída por la vorágine. Y el color amarillento otoño me deja extasiado.

Cierro  los  ojos,  es  tiempo  de  dejarme  llevar,  de  no  luchar  más,  ya  mi  destino  se trazó aquel a noche, la noche de la caída de las hojas, viento que con la caída me llevó muy lejos, me arrastró hasta donde en este momento me encuentro, a no creer en mí, a dudar de lo que soy, de lo que tengo.

No querer ser un héroe, sino el ser normal de cada día buscando. También llegué a lo mas hondo que  buscaba y no respiro. Me veo allí, sin moverme, la esperanza de salir a flote, hasta el renacer. Y de pronto un latido me hace reaccionar, abro mis ojos y te encuentro a mi lado, estás en mi cama; te siento dibujada en mis cosas, te veo plasmada en mis letras, me has salvado de morir, y tu manos toman las mimas y me dejo impulsar.


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