En Tulsa, Oklahoma, durante el primer mitin celebrado por Donald Trump para su campaña de reeleción como presidente de los Estados Unidos, el político -al que no le favorecen las encuestas hoy por hoy- realizó uno de esos comentarios que demuestran la mentalidad del personaje respecto, en concreto, la extensión del coronavirus en su país.
"Cuando haces tantos test, vas a encontrar más gente... vas a encontrar más casos. Por eso le dije a mi gente: 'bajad el ritmo con los tests, por favor'. Hacen tests y tests... tenemos tests de tanta gente que no sabemos lo que está pasando. Tenemos tests, tenemos otro test aquí…".
Dicho de otro modo: Mejor no conocer la extensión del problema, sobre todo si no nos gusta. Esa parece ser su solución al tema: girar la cabeza y mirar para otro lado. No sé si será su forma habitual de pensar o si se agarra a ella en este momento concreto de su carrera política, pero todo parece indicar que el personaje no duda en cambiar de principios cuando los índices de popularidad así lo aconsejan.
Negar la realidad, inventarse otra es propio de demagogos, es un desprecio a los votantes. Pero sobre todo es un peligro; un peligro para su país y para el resto del mundo. Pero está “de moda”. Cada vez son más los que niegan la bondad de las vacunas, los que niegan el cambio climático, los que afirman que la tierra es plana. Son un peligro real. Negar hasta el empecinamiento el conocimiento la evidencia, la necesidad del conocimiento científico es ir en contra del sentido común y del progreso. No por negarse a verla va a disolverse a nuestra voluntad.
Como decía Serrat en una de sus canciones… “Nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”.
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