Me han dicho que te vas esta noche. ¿Es eso cierto?
Rita deja su trabajo de enfermera en la residencia de mayores EL PALMERAL. Frase difícil pronunciar, salvo en un contextos de dimisiones colectivas, en razón de alguna propuesta asamblearia. Y aquí ella es una de las columnas base. No hace mucho que está trabajando aquí, y siendo un equipo que se renueva mucho, su presencia se hace, sin embargo, notoria.
Su caminar libre, ligero, con su cabeza levantada nos está contando que es alguien sin límites y sin miedo. No, en ella no cabe el miedo a nadie ni a nada, pues la ampara la honradez. De ahí su pelo suelto, como quien va sembrando semillas de bien nacido; de gente sencilla como es ella.
Hablando de Rita, algunos que la conocen no la ven trabajando de enfermera en el Palacio de los poderosos. Yo tampoco la veo. Tendría, tarde o temprano, que renunciar a su pelo suelto y colocárselo trenzado, pareciéndose así más al común de los mortales. Y sabe muy bien Rita que el elogio no va con ella.
Alguna vez hablaremos de esas otras aficiones suyas -su pasión por la pintura o por el deporte, por ejemplo-. Y de sus buenas manías, en su caso siempre este atenta a que apagar una luz siempre deslumbra más que encenderla.
Allí donde la luz no alumbra, tal vez alumbre la sombra, su sombra.
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