"¿Qué es mamá, la
libertad?” -me preguntaste.
... La libertad es una cama
caliente cuando hace frío. Y el pan desmigándose sobre
el vestido limpio. Es que llueva y nos mojemos
si queremos mojarnos, pero si no queremos..., un
buen techo, un buen suelo...
La libertad del niño que
elige entre un zapato y una zapatilla, entre un caramelo y una chocolatína...
La libertad del hombre para
usar las horas que le sobran después del trabajo..., en vez de buscar un nuevo
trabajo, una nueva obligación..., porque si no, el salario no alcanza.
...Pero después conocí
hombres de distintos lugares, sabes, Verónica, y no tenían señales que los
diferenciaran... y todos querían lo mismo: bienestar para ellos y sus hijos. Y
querían vivir.
Vivir, eso tan simple, eso a
lo que tenemos derecho..., y que a tantos se les termina por falta de remedios,
o por falta de techo, o por falta de pan.
Por eso, mi libertad ha
echado sus palomas al viento, y ha puesto los laureles, los mirtos y las ramas
de olivo en un sencillo florero de la casa.
Porque si está limitada por
un chico que muere injustamente por falta de las cosas esenciales, si está
limitada por un chico que vende flores a la noche o lustra zapatos, o extiende
su mano pidiendo... mi libertad no sirve para nada.
Y la cedo a cambio de
cualquier rigor que nos obligue a todos a mirar hacia los desposeídos, los
desheredados, los dolientes.
La libertad de hacer crujir
el pan, y de abrazarte, porque este abrazo entre un hijo y una madre, apretado
y caliente, es el verdadero nombre de la libertad que debemos rescatar para el
mundo.".
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