Muchas veces pensamos en divertirnos, en irnos de marcha, en pasarlo bien, y a ello dedicamos tiempos y horas de muchas de nuestras jornadas, olvidándonos de que todo no termina en el día de hoy, sino que hay un mañana que está por venir, que no siempre es el día siguiente, sino otro mas allá. Y desde luego ese día por venir, no se hace con juergas y batallitas, sino trabajando y esforzándonos, y para ello hoy, si somos jóvenes o entrando en la adultez, como no estudiemos algo más lo tenemos fastidiado. Todos los economistas y gentes que entienden de estos rollos dicen que en el futuro inmediato (si el puñetero coronavirus no nos devuelve a la Edad Media…) será de aquellos que tengan una formación especializada, pero sean capaces de reciclarse, cuanto más mejor. Y sin embargo, cada día son menos los jóvenes que afrontan este tipo de estudios. Al menos en lo que veo y en lo que se roza conmigo tanto en los ambientes sociales, amistosos y laborales en los que me muevo.
Creo que los que podamos debemos colaborar en que los más jóvenes salgan de la rutina y de la comodidad, y que todo no se soluciona con la ley del menor esfuerzo, sino que hay que conseguir, con esfuerzo, otros valores cívicos -incluso por egoísmo personal- si se quiere tener un futuro mejor, pues lo que no se podrá hacer siempre es depender de los padres.
Aunque, la verdad, pienso que este es un problema más general, no solo de los jóvenes sino de los que pasamos de los cuarenta, incluso con creces. Vivimos socialmente en una etapa de no compromiso, no esfuerzo, de hacer lo mínimo, vivir cómodos y que sean otros los que realicen y hagan los cambios que nos vengan bien a todos, mientras nos sentamos, en el mejor de los casos, a verlas venir.
Instituciones sociales, como la iglesia, tuvieron otro tiempo mucho que decir a nivel positivo del que muchos nos beneficiamos. Hoy parece que su papel está más en crisis y no es tan frecuentada por los jóvenes. Otras instituciones sociales como asociaciones de vecinos, ONGes o grupos políticos tampoco cuentan mucho con ellos, salvo que sea para defender los ideales de dicho grupo y captar votos para su partido. Tampoco es manera. La escuela, los padres se ven algo maniatados. Instituciones que operamos en los ambientes sociales tenemos algo de entrada pero es insignificante. Haría falta, digo yo, que los medios de comunicación, televisión y sobre todo internet, a través de sus potentes redes sociales, movieran el culo para activar el panorama.
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