viernes, 15 de noviembre de 2019

Pelo en pecho


- ¡Que el niño no agarre la escoba!
- ¡Por favor que no ayude en la cocina!
- Los varoncitos se atienden, las niñas sirven…
- Los niños no juegan con muñecas...
- Los machos no lloran. Llorar es cosa de mujeres…


Afortunadamente no son expresiones de nuestro tiempo. Pero aun así, vale preguntarse: Lo decimos, lo defendemos, pero ¿lo hacemos?

¿Y qué pensamos que es ser hombre? Sí, también tiene en su interior esa luz divina, que puede amar y sentir. ¿Por qué queremos restringirlo? Sí, tiene también capacidad para ayudar, servir y colaborar en el hogar.

Muchos hombres fracasan, precisamente, por ir de “machos” por la vida. La insensibilidad les gobierna; mostrar afecto cuando lo sienten les debilita, tener un poco de atención para su mujer o sus hijos es demasiado cariño, todo es demasiado, porque de niños tuvieron límites impuestos por los padres, madres, abuelos y en fin la misma sociedad marcaron su corazón. Aún hoy ¿cómo podemos hablar de un desarrollo social si seguimos creyendo que los hombres son superiores y por tanto merecen un mejor trato? Un trato que lo único que provoca son hombres dependientes, que necesitan de una mujer mucha ayuda para cualquier actividad por sencilla que sea.

Ya es tiempo de cambiar esos pensamientos machista, porque amar, querer, servir y ayudar no van a quitarle la dignidad a ningún macho, mas demostrará lo hombre valioso, seguro y lleno de fortaleza que es.





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