Primer día
Estando en la playa tendido al sol
leyendo un libro, llegué a una conclusión tengo que escribir algo cada día,
aunque solo sea una palabra en una servilleta de bar, aunque no tenga sentido,
aunque sea una idéntica a la de ayer, aunque no lo publique. Cada día tengo que
escribir algo.
Segundo día
Es martes me vuelve una vieja
sensación. A veces hay algo parecido de tristeza. Me paro escuchar como desde
este rincón se oye una voz que dice que “debería escribir más”. Eso ya me obsesionó
ayer.
Pero hoy no parezco tener pinta de obediente.
Me digo que no pasa nada por no escribir. A partir de ese momento poco
hay que contar, lo más que escucho es silencio. Cierro los ojos y no me hace
falta ni siquiera preparar la cama.
Tercer día
Ya sé que hasta finales de abril tengo tiempo,
pero esta vez sé a quien voy a votar. No me había pasado antes. Al menos tengo
claro a quién NO voy a votar.
Cuarto día
Cuando uno crees agotada su capacidad
para la sorpresa la vida te sorprende. En un canal de televisión acabo de ver
un reportaje sobre un grupo de personas -al parecer, cada vez más numerosas-
que sostienen que la tierra es plana y el centro del Universo: los“terraplanistas”. Aportan argumentos que califican de “científicos”.
Por lo que se ve, de nada sirven los sacrificios de Galileo, Kepler, Copérnico,
Newton, Einstein, Hubble, Hawking y tantos y tantos físicos y astrónomos menos
conocidos.
Se me cae el alma a los pies. Ahora
comprendo que haya gentes que renieguen de las vacunas, de la pasteurización de
la leche… Si Darwin levantara la cabeza tendría que reconocer que, aunque el
hombre descienda del mono, algunos se empeñan en no bajarse del árbol.
Quinto día
Últimamente me obsesiona perder el
móvil. Parece mentira que una cosa tan pequeña se haya convertido en un
elemento tan importante. No soy solo yo, me parece, quien lo considera ya una
herramienta imprescindible. El problema es que, cada vez, hay más gente que
depende de él…, que ya no sabría vivir sin él, que depende para todo de él. A
ese síndrome le llaman “drogadicción”.
Sexto día
Semana rutinaria que espera llegue el
Domingo. También sigo sin fumar. Llevo ya dos meses y la cabeza no deja de
pedirme nicotina. Solo he salido a comprar al supermercado y al gimnasio. Y con
tanto tiempo libre en casa sigue todo desordenado. Cientos y miles de papeles dispersos
por todos diferentes lugares sin ton ni son. Esperando que no venga por casa mi
madre o mi abuela mientras haya tanta papel tirado en el suelo.
Séptimo día
Otra mañana de domingo
que amanezco feliz. La noche y el descanso siempre obra milagros. Mañana
comienza la última semana de trabajo. Camino sonriendo, a ritmo lento. Con
ganas de disfrutar cada segundo. Me levantaré más temprano y haré lo mismo
mañana lunes. Es el último lunes, como ya dije antes. Valorare el trabajo
que aún tengo.
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