Habíamos tirado muros que nos
separaban y estábamos supercontentos. La aldea global se palpaba. Y de repente
surge un oleaje antiglobalización. Varios capitanes lo encabezan y, dando un
paso más allá, acabaron colocando en la casa blanca al que Paul Krugman, Premio
Nobel de Economía, ha calificado el presidente más tonto de la Historia.
En la historia de todos los
pueblos aparece siempre un proceso dónde
se manifiestan paso que ayudan a dejar la diáspora. Se descubre que el mundo es
redondo en los tiempos actuales, las redes sociales nos han hecho a todos
vecinos a la velocidad de la luz y la Economía, qué es la capitana del barco,
fue la gran transformadora
Y no nos quedamos solo en
eso. Hemos ido creando organismos acordes con esos nuevos tiempos (la ONU, la OMS,
la FAO, UNICEF y otros más). Alguien dirá que su función real no llega a ser
todo lo satisfactoria de lo deberían ser. Cierto, pero es el anticipo de otro
mundo posible.
Y ahora, cuando llega el momento en que la era
de las naciones ha pasado, si no queremos morir en la orilla, es hora de
destruir viejos prejuicios y reconstruir la tierra.
No se puede silenciar este
proceso y mucho menos darle muerte.
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