Uno de los compromisos que
adquirimos en el recién creado “Póker de Amigos” fue el hacer caminatas por
senderos que convergieran en nuestra ciudad y descubrir entre los cuatro que
también en nuestro mundo hay cosas que brillan como el sol. Y así tras las
montañas cercanas descubrimos un sitio donde el viento se lleva las malas
palabras
Avanzando hacia donde nos
llevaba el viento, encontramos escondido tras unos pequeños árboles un río,
cuya corriente de agua venía llena de optimismo. Y desde allí nos orientaron a
un rincón alejado donde no llega la luz de las bombillas y los matorrales
abrigan el cielo azul.
Y la única línea de móvil que
se ve es el vuelo de las águilas y a internet se conecta desde los hormigueros.
Siendo la mayor sorpresa cómo las arañas pasaban al lado nuestro, cargando una
sonrisa en cada una de sus patas.
Experiencia inolvidable e
inaudita que no sabemos cómo trasmitir a los vecinos de nuestra ciudad donde la
velocidad es quién manda.
Al día siguiente, cuando nos
vimos, todos coincidimos en compartir la tortura vivida por la noche con el
ruido de las motocicletas, el canto de los grupos juveniles al salir de sus
fiestas nocturnas y los ladridos de los perros, entre otros.
Experiencia nocturna, que
contrastaba con la vivida la noche
anterior pues en aquel lugar al que pocos dábamos importancia, solo se escuchó
los susurros del aire, el cantar de los pájaros y el amanecer del gallo.
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