En el planeta de los Ángeles están preocupados
por las divisiones que existen en el planeta vecina de la tierra. Surrey
consciente del peligro que se avecina enviado a un chico a la tierra para que
vea su pueblo del mar. El chico no estará solo en la tierra, sino que contará
con gente que le ayude. Años anteriores, vislumbrándose ya los problemas,
habían enviado a una niña preparando el camino.
Orión –que así se llama el ángel enviado en
este último momento- se refugió de momento, en un comercio dónde se vendían
todo tipo de velas que iluminan cualquier situación. Y así permaneció quieto,
como una escultura de sí mismo, junto al escaparate, en la penumbra, solo rota
por las pequeñas llamitas de algunos cirios pequeños, que aun así daban calor y
podían derretirlo. Poco tuvo que esperar hasta que apareció a su lado Veldar,
quizás para ayudar, aunque no estaba aun claro en qué.
Había sido encontrada caminando por el parque
de la ciudad en horas tempranas. Con cinco años
parecía todo un milagro de la naturaleza. Su serenidad, sus respuestas
acertadas a cualquier situación o pregunta que se le hiciera. No fue extraño
que surgieran familias que pedían su adopción.
Berta se quedó extasiada mirando el escaparate
intentando averiguar inútilmente que había de diferente a su visita de ayer sin
descubrir ella para nada qué es lo que pasaba. Eso sí, pensaba ella “sí me
siento tan feliz y tan contenta en este momento y es por algo bueno. Un día
entero se dieron para analizar la situación los ángeles ante la felicidad que
parecía iluminar el rostro de ella e intentar trazar un plan de acción.
Al poco tiempo paseando por la ciudad con sus
padres se paró espontáneamente ante en escaparate. Su mirada se detuvo ante la
foto de un hombre mayor, ya curtido por la vida.
De repente se oye hablar a la niña cómo
comentando cosas con el viejito de la foto.
-Tú no olvides aquello del poeta: “Esta oscuro
pero canto, porque la mañana va a llegar".
Y se les oye hablar
repitiendo insistentemente el uno al otro cosas como estas:
“Nadie puede decir lo que va
a ser de estos países nuestros con el cariño que tienen a los intereses del capital y el
rechazo a los inmigrantes”.
Y sus padres volvieron a
escuchar la voz de la niña que decía: “Está escuro y todo está confuso, pero yo
sueño. Este sueño está rondando por mi cabeza desde hace muchos días y quiero contarte algunas cosas del mismo.
Sueño con unos países donde la democracia no sea
simplemente votar cada cuatro años, sino que en todo momento sea participativo,
con la gente ayudando en la construcción de las ideas, que sea popular, construido
desde abajo hacía arriba”.
Y no te olvide -interrumpió el
señor mayor- que sea también una democracia ecológica, reconociendo a la
naturaleza y a la tierra su participación en derechos y deberes como todo
ciudadano . Me gusta esa idea tuya de democracia participativa. Eso me hace
imaginar ahora un pueblo organizado en redes de movimiento.
Sí, Sueño ver al pueblo
organizado en redes de movimientos, un pueblo ciudadano con por lo que poco a
poco va moldeando su propio destinos quedando su propio destino propias libre
de la dependencia de los poderosos, recuperando su autoestima.
Me alegra -contestó la niña-
ver cómo se van dando pasos para realizar la utopía mínima de comer tres veces
al día, de asistir a la escuela y que la gente por su salario reciba un salario
que satisfaga las necesidades esenciales de toda la familia, de tener acceso a
la salud básica. Y después de haber trabajado durante toda una vida, recibir
una jubilación digna para enfrentar serenamente los achaques de la vejez.
Y de repente un rayo de luz
iluminó con tal fuerza a los viandantes que se habían estacionado que no
pudieron ver cómo desaparecían formando una nube la niña y el señor mayor.
Al día siguiente eran
elecciones generales en el país.
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