En la calle tan normal, tan serio, tan
circunspecto como si ni siquiera supiera sonreír. Y en el teatro no solo se
ríe, sino qué hace reír a los demás, provoca hilaridad y la gente se
desternilla de la risa con él. Son dos personas distintas. A mí, por lo general, las comedias no me dan risa.
Lo que me estimula más es contemplar el doble papel qué es capaz de hacer el
personaje, tan diferente aquí al que cumple en su vida cotidiana.
Y sin embargo, ¿por qué lo vería más normal sí
en lugar de una comedia cachonda estuviese representando una obra trágica?
Tampoco habría un paralelismo con su vida de cada día y a mí me parecería más
normal que los otro. ¿Por qué pienso que puede ser más normal representar algo
triste que representar algo cómico? ¿Por qué no valoro las cosas bellas de cada
día? ¿por qué no le doy importancia a las cosas simples y sencillas con que me
encuentro por doquier? ¡Ah!... ¿Qué solo se ve lo negativo y mis ojos están
miopes para ver todo lo positivo que hay en la vida? Nos suele pasar a las
personas sencillas que van por la calle sin título alguno. Y suele pasarle
también a los que llevan su diploma colgado en la mochila.
¿Es que nuestra genética viene mal herida
desde el principio de los tiempos o es que nosotros la estamos burlando cada día
interpretando nosotros el papel de mosquitos que pican?
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