No todo el mundo está
capacitado para practicar la gratitud. Detrás de una persona agradecida está el
convencimiento personal de que todas las personas somos incompletas y una por
una cosa y otra por otra, nos necesitamos mutuamente.
Estamos aquí para cooperar y
no para competir o confrontarnos unos contra otros, que es justamente como
estamos organizados en la sociedad y así es como nos gobiernan; y así es
también como nos divertimos. Sí. Pensemos en el deporte, desde el fútbol a la
vela latina, son una competición y además pagamos por verlos.
Estudios recientes tienen
como conclusión que las personas agradecidas enferman menos, el corazón les
camina mejor y son en general más felices. También son más generosos y, por la
experiencia recibida, están dispuestos a ayudar a otros.
Ser agradecido es un pozo sin
fondo. No hay límite para vivir la gratitud. Justo por eso, porque somos
agradecidos, estamos más dispuestos a ser portadores de otras virtudes, pues la
gratitud no solo es la más grande de todas las virtudes, sino que engendra a las
demás.
Quién no sabe agradecer da
por sentado que todo se lo merece y que lo que ha conseguido se debe a su exclusivo
esfuerzo. Pero quién ha pasado por dificultades sabe el valor que tiene la
ayuda de los otros.
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