Primer día
María salió a comprar una
piruleta de las de arcoíris, de las grandes. Traería dos para cada uno y pasar
un rato a la tarde. Pasaron 2 horas y media y yo seguía esperando en el muelle
de santa Catalina.
Segundo día
Se estaba haciendo interminable,
contándome la historia de un amigo suyo.
- Cuéntame el final de la
historia -le dije.
- No sé, supongo que se parece
a la del chico aquel que acaba de sacar número para pedir la prestación por
desempleo después de estar varios años trabajando en un taller. No sé si es
buen final o no.
- Yo creo que es de
inesperado nada más -comenté.
Tercer día
El tiempo estaba en calma. Y
pensé que el viento estaba soñando que le toca estar quieto un invierno más. Y
me dije: ¡ya me gustaría ser viento!
Cuarto
Paseo hasta el lotero para
comprobar los resultados el último billete. Tenemos la suerte de espaldas me
dice. Igual mejor. -lo digo yo-. Así por lo menos no ronca.
Quinto día
Marcapasos: nueva
palabra que se incorpora al diccionario la Real Academia de la lengua Española.
Yo creía que ya estaba. ¡Hay que ver qué prisas se dan para unas cosas y qué
calma para otras!
Sexto día
Salí de casa hacia la
biblioteca en bicicleta. Cuesta abajo no necesitaba nanos que la guiaran. Viaje
perdido. Habían cerrado la biblioteca por falta de uso.
Séptimo día
Paso el día entero caminando.
Y después de tanto caminar las sandalias no parecían haber cogido polvo. Igual
ha sido por las copas vacías de vino que me he bebido. Se terminó el bolígrafo
y hoy no escribo más. Así que me voy a dormir con la esperanza de haberlo
soñado todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario