Hasta que los pobres, de
manera consciente, no juntemos nuestra hambre, para que lo que suceda se parezca
algo a lo que esperábamos para el futuro, nos seguirá sucediendo que la
economía no estará al servicio de las personas, estaremos solos, rodeados de
una inmensidad de mendigos económicos, emocionales, sentimentales, políticos,
pensando en la tristeza de como celebrar tanto individualismo, búsqueda del
éxito social, arreglando otras vidas y en definitiva nuestro desastre como
grupo.
Sólo con la humildad y con
los principios y valores, rescataremos cotas decentes de igualdad... nunca
imitando a los injustos que, sin careta, nos atracan cada día, hasta en la
intimidad de nuestras casas, calles y pueblos. Siempre tendremos lo que
merecemos. Pobres pero aseaitos decía mi madre, ahora resulta que “no tener” es
motivo de vergüenza, mucho hemos avanzado buscando una muerte cierta e
inminente y en soledad.
Y ahora que vienen elecciones
toca apretarse los macho (y/u ovarios).
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