(Buenos días, mejor buenas
tardes. Hoy he extrañado al espíritu que siempre me acompaña. No está en casa
desde esta mañana y me da que no lo veré hasta el siglo que viene)
Hoy todo me ha hablado de él.
Las sillas, las camas, los cuadros parece que lo están reclamando. La casa está
repleta de su presencia y aunque el se ha despedido veo que con frecuencia pasa
por aquí. No me siento, pues, desamparado. Nadie ni nada me va a hacer caminar
con la sangre seca. No tendré miedo de su ausencia pues su sonrisa la veo hasta
cuando la plaza está desierta. Él me enseñó a correr, a sentir, a olvidar, a
vivir. Se ha marchado pero sigue estando presente.
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