Todos los días en variadas
partes de nuestro pequeño planeta -dónde la globalización nos permite percibir
el olor que ahora se respira en las tierras de Tanzania- se sigue globalizando instrumentos de muerte
desde aquellos que los fabrican hasta los pobres que los compran a través
del intermedio negociante de los países
cultos y desarrollados. todos los días hay seres humanos que luchan hasta
morir. No han tenido elección.
En un día pasó el verano, el
invierno… todo un año o más. Era la vida entera la que se jugaban en aquel
combate, mientras los dueños del negocio planificamos las vacaciones hacia los
campos de cacería africanos.
Los límites habían quedado
marcados. El oeste traía sangre. Por el este la tierra de ceniza y el norte
estaba bloqueado. Solo el sur parecía libre pero, no había agua ni luz ni
alimentos para comer.
Nadie enterró a los muertos.
Y nadie se enteró en los países civilizados, ocupados como estábamos de
celebrar el carnaval.
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