¿Quién dijo que un coche
automático se conduce más fácilmente que uno con marchas? Al menos la primera
vez eso no es así. Lo acaba de sacar del concesionario y lo que menos quería
tener era un accidente o un atropello. Se le hacía raro, El pie se le iba
instintivamente hacia el espacio que debería estar ocupado por el embrague. De
alguna manera, el cerebro le contestaba con una sensación de vértigo al
encontrarse con ese vacío.
Somos gente de hábitos. No
nos adaptamos fácilmente. Decimos que sí, reata de cortar unas salchichas intercambiando
el cuchillo y el tenedor de mano. Algo tan sencillo se complica ¿verdad? No
digamos lo que pudiera sentir un cirujano en una operación a corazón abierto.
“A todo se acostumbra uno”,
se dijo a sí mismo. Y recordó la primera vez que se puso de pie en la asamblea del
sindicato para hacer una pregunta -de la cual ya ni se acuerda-. Ahora, a lo
tonto a lo tonto, lleva ya más de cuatro años en el comité de empresa, hablando
con unos y con otros, negociando condiciones, horarios, pluses, despidos…
Aceleró poco a poco, convencido
de que todo se aprende. Tiempo al tiempo.
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