Ellos nos piden a nosotros nuestro
voto. Nosotros también podemos y debemos pedirle cosas a ellos.
Sobre todo les pedimos que no
mientan ni sobre lo que han hecho o no han hecho, ni sobre lo que prometen o no
hacer en adelante. Así de fácil. A estas alturas, ya no les pedimos milagros.
Ni que conviertan el agua en vino, ni que saquen dinero de donde no lo hay para
tapar los huecos que ha dejado la crisis en el queso gruyer en el que se ha convertido
nuestra sociedad.
Al partido que ha estado
gobernando estos últimos seis meses en concreto les decimos -más bien exigimos-
que, pasado este tiempo, contrasten el programa electoral con la realizaciones
qué del mismo han hecho. Y que si la comparación sale desequilibrada, aun les
queda el último suspiro.
Somos una gene que ha
demostrado que es capaz de convertir el miedo en valentía. Por eso pedimos algo
tan sencillo y tan complicado a la vez de pedir a los políticos que lo
anunciado por ellos sea verdad y cambiemos nuestra historia del agobio a la paz
y de la injusticia a la justicia.
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