Comentaba recientemente una protagonista del espectáculo musical Jesucristo superstar que si el Nazareno viviera hoy entre nosotros no duraría mucho, pues su imagen de revolucionario que trastoca los hilos y sistemas del poder le acarrearían la condena o que le sumieran en la ignorancia pública.
No es un pensamiento descabellado. Si el Jesús que caminó por Judea hace mas de 20 siglos caminase entre nosotros creo que hasta sus mismos representantes no lo reconocerían, y como los sacerdotes judíos de aquella época lo mandarían a crucificar.
Pienso que si en su doctrina se establece que donde hay amor allí está Dios, lo lógico es que no viese con disgusto como la gente se hace amigos sin pedir el carnet de identidad, si pertenece o no a esta religión o aquel grupo ideológico. Estaría también de acuerdo con que dos personas se quisieran y expresaran su amor a través de una relación sentimental y sexual, independientemente de cual fuese su opción sexual. No vería de mala gana que la gente viviera esa dimensión con intensidad para sellar y confirmar su amor procurando no estuviera siempre ligada a la procreación y que por tanto utilizara responsablemente los medios para controlar la natalidad. Tampoco le parecería inoportuno que se empleara cualquier recurso en esa relación amorosa para evitar contraer una enfermedad, y que lo importante, independientemente del tiempo que estén juntos o se quieran, es que mientras la gente se quiere, se quiera al completo, de verdad, con la única condición de que sea una relación respetuosa y amorosa.
Igual hasta ese Jesucristo viviendo históricamente hoy no lo haría en el prepotente Israel sino el continente paupérrimo de África, y tendría la piel negra, viviría en un país no desarrollado y sus vecinos estarían asolados por la epidemia del sida o la miseria del hambre. Pondría los medios para luchar contra ello y denunciar cualquier situación injusta. Yo al menos me lo creo así.