Marchemos hacia una sociedad organizada en grupos y/o
comunidades con intereses comunes revisables, y dejemos atrás la política de
partidos, fue la primera conclusión de la asamblea del barrio “Nuevo Futuro”.
Ya han demostrado para lo que servían, y lo que en un primer momento hicieron
bien ahora no saben repetirlo. Que los que ahora ocupan algún puesto importante
en ellos y los que les dicen “amén” aunque piensen lo contrario, que son casi
todos, se vayan cada uno a donde estaban cuando vinieron y comprendan de una
vez que ya su tiempo se pasó y ahora les toca a otros.
Que en las clases de mates suspendan de una vez todo aquello
que es inútil y no van a utilizar los estudiantes en su vida, tales como raíces
cuadradas, logaritmos y un sinfín de cosas más, y en su lugar dediquen su
tiempo a aprender a tocar el piano o la guitarra (podrán divertir a los demás
tocando en fiestas o desahogarse en sus casas al son de su melodía cuando estén
medio depres).
Que no se olviden de la evolución, que es algo cierto, y que
por lo tanto comprendan que de lo físico surgió lo biológico y más tarde lo
social, psicológico, político… Es todo un continuo y habrá que entender qué
proceso hay detrás de todo ello y cuál es nuestro lugar dentro de ese proceso.
Por eso cuidado con la filosofía, no la dejen en la trastienda pues siempre va
a servir para ayudarnos a preguntar los “por qués” de tantas cosas y nos lleva
de la mano a la poesía que nos narra los “cómos”.
Que apoyen de verdad a los grupos de Investigación sobre cualquier
materia, especialmente a los que ayudan a mantener la salud en la población.
Que no digan que no hay dinero: que lo quiten de las tantas cajas fuertes que
esconden la proliferación de las armas nucleares de los últimos tiempos.
Que, por favor, cambien el rumbo y conduzcan por la carretera
de la ética y el humanismo.
Los líderes no estaban dispuestos a hacer nada. Y así se
plantaron delante de nosotros. Y, cuando ya íbamos a dar media vuelta para salir
como habíamos entrado, una serie de caras conocidas irrumpieron en nuestra
asamblea, sonriendo y saludándonos uno por uno. Allí llegaron, sin haberles
llamado, el Dalái Lama, Milos Forman, Mijaíl Gorbachov, Yehudi Menuhin,
Rostropóvich, Arthur Clarke, Desmond Tutú…, los cuales, después de saludarnos,
se sentaron, sonrientes, en la última fila. Permanecían en la retaguardia. Y
así seguimos viendo como poco a poco el nuevo futuro se volvía nuevo presente.
Ahora ya somos sesenta
y uno.
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