Los que en
octubre lo echaron, hoy unos salen por la puerta de atrás y otros, que siguen
rodando por las puertas giratorias, se han escondido detrás de las bambalinas o,
más bien, están preocupados porque se les acaba el coñac en el yate. Quien
habla mucho y pone cara de contenta por lo que dice, debe también escuchar otro
tanto a los demás y alegrarse de que cada uno pueda opinar, sin poner cara de
tristeza. A quien no sabe perder no se le debe dejar liderar. No fue capaz ni
de nombrar al ganador por su nombre. Y faltó un grafismo devolviendo a Pedro
las llaves que le había quitado.
A quien hoy el pueblo levanta y pone en su sitio debe pensar en la gente de a pie y
olvidarse de los que en otro tiempo, con el bastón de mando, quieran imponerle
decisiones de ayer para el hoy. Son ellos, los de a pie, a los que hoy se les
ha dejado tomar la palabra y han decidido. Ha quedado claro: los militantes del día a día no piensan igual
que los del aparato. Pedro hoy tiene las llaves de oro para comenzar una nueva
etapa que rompa las trincheras que muchos han levantado provincia tras
provincia.
Ayer se hizo justicia en el PSOE. Pero la posibilidad de recuperar la unidad en el partido descansa tanto en la generosidad del compañero Pedro, como de la humildad y la buena disposición al diálogo de los compañeros derrotados. Esto último no lo vi en una de las candidaturas, por lo que no soy optimista.
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