Su forma humana, totalmente
escarnecida, apareció en dibujos pintados en los muros.
Todos, al ver la imagen,
sacaban la conclusión de una mujer acorralada. La que podía dar vida,
alimentarla y regarla haciendo crecer. La que, en muchas dimensiones de la
vida, ha sido y seguirá siendo aventurera de causas nobles, no se merece este
estigma que algunos hombres, con el beneplácito pasivo de muchos otros, han
(hemos) clavado en su muro.
Han (hemos), decimos. Porque
igual nos hemos acostumbrados a esas noticias que, un día sí y otro también,
nos traen hechos que hablan de la violencia de género.
Qué injusta es la justicia!!! por ahí deberían comenzar en TODOS los países del mundo.
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