Mírate en el espejo. Habla con quien ves en él. Esos ojos y rostro que ves. Ese cuerpo que notas como cambia en forma variopinta a lo largo del año. Eres tú, soy yo. Júzgate, valórate, hazlo objetivamente y sobre todo disfruta de ti mismo, de lo que has hecho, de lo que haces y está por hacer. No intentes embellecerte que lo artificial es una deformación. La verdad que permanece, y no la realidad que se muda en forma de belleza, es la que nos sitúa en la paz de estar a bien con uno mismo. Esa es la que proyecta luz.
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