Bostezó y se puso la máscara
negra. Ser un superhéroe ya no era tan divertido como antes, pero recordaba
como para llegar al pódium tuvo que
superar las presiones que sobre el ejercía su familia. Tiene fotos donde a los
cuatro años aparece con una raqueta de tenis en las manos. Hoy, que era la
fiesta de apertura del año escolar de su hijo de cinco, le vino aquella imagen
a su mente. Hoy era diferente. Los padres d los niños jugaban a varios deportes
y a su equipo le correspondía la mascarilla negra.
No. No estaba descontento de
la influencia que su padre había tenido en el desarrollo de su existencia. En
el fondo gracias a la constante intervención paterna había logrado lo que
logró. Y le vino a la memoria el primer trofeo conquistado y cómo se lo ofreció
de corazón a su padre. No ha podido olvidar nunca la cara de satisfacción
paterna. Su hijo era todo para su él y nunca se perdió en la memoria aquel
momento.
Pesando sobremanera esta dimensión
positiva sobre su persona, nunca ha dejado de reconocer que hay dos cosas que
le diferencian de su padre.
Una, que no se debe influir
sobre el otro presionándole de la manera que hizo su padre para quien no había
más cosas que aquel deporte y el entrenar y entrenar para ello las 24 horas.
Hay que saber combinar ambas cosas. Y él, hoy, lo aplicaba a su manera de
proceder con su hijo: no presionar ni obligar, sino manteniendo claros su hijo
los objetivos a cubrir en cada etapa de la vida y supiera hacerlo desde lo más
profundo de su interior.
Y otra que, pese a estar
embarcado fuera de su pueblo y su tierra, siempre conservó el valor de la
amistad y un sentido altruista de la vida. Por eso hoy pierde tiempo con su
hijo jugando con él o con los padres de sus amigos mientras los más pequeños
patean el balón o se tiran de un árbol al otro.
Aunque, terminando ya el
partido y desembuchándose de la mascarilla negra, seguía pensando que sí, que
antes era mucho más divertido ser un superhéroe. La variedad de saltos de un
sitio a otro no es lo mismo que la rutina del mismo pueblo, los mismos bares,
las mismas tapas, las mismas rutinas de cada día. Tampoco su hijo tendrá que
vivir los mismos gozos ni tendrá los mismos problemas. Irá optando el mismo
desde el ambiente que le toque vivir.
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