Lo real, pensamos, es aquello
que con tus ojos puedes ver. Pero igual de real lo son también las flechas que
en tu camino van lanzando para impedir tu caminar. Y lo mismo de realidad tienen
aquellos momentos, espacios y lugares donde puedes sentarte a descansar.
De la realidad de cada día
forman parte también aquellos puntos, que a ti tan lejanos te parecen, donde el
cielo y mar se abrazan. Sin embargo, hay también horizontes cercanos, muy
cercanos a ti por los que de largo no debes pasar. De la realidad forman parte
también los cientos de miles de obreros que ante la puerta de la fábrica siguen
de pie esperando que, al menos uno a uno, puedan ir entrando a buscar el pan de
cada día.
Y lo más real, no lo olvides -tan
real que es lo mismo que nos hace ver las otras realidades- es ese sol rojo,
redondo y hasta sonriente que, haciéndonos guiños siempre está, aunque muchos
con él enfadados seguimos pues también continúa regalando días al patrón.
Y lo más curioso que
pertenece a la realidad es que yo haya escrito este post y tú ahora leyéndole
estés.
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