Ha sido una noche de
insomnio. Por mucho que quisiera no podía dejar de verte nadando en aquella
tormenta. Era toda una fantasía. Allí donde se pierden las palabras con el
silencio de la noche, allí en medio de las aguas que parecían subir a romper
las piedras que señalan los límites marinos, allí donde el viento hacía pedazos
los pequeños barcos varados en el deportivo, allí te veía yo brillando como la
luz de un faro y deseando llegaras a tierra para terminar con mi silencio y que
mi herido sueño pudiera comenzar de nuevo con sensaciones más agradables.
Y tan a gusto comencé a
sentirme que, todo eufórico, vi cómo, completada tu tarea, tú, mujer a quien
bauticé con el nombre de fantasía, te convertiste en pájaro y volaste hacia un punto en el oeste donde el cielo se
junta con el mar y podrías comenzar una nueva tarea con otro de los soñadores
que dispersos por el mundo han quedado.
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