Conversábamos de muchas cosas alrededor de unas cervezas.
Hacía buen tiempo y se prestaba a la charla entre amigos. Alguien preguntó por
un colega que hace tiempo no frecuentaba nuestros encuentros. Y otro alguien
comentó algo que no gustó a los demás. Parecía un chisme. Dos de nosotros
salimos casi al unísono, de buena forma pero con energía. Los chismes no valen
entre amigos. Está bien compartir noticias pues queríamos saber del mismo y no
perder el contacto, nos interesábamos por su persona. Al fin y al cabo es un viejo
amiguete.
Pero chismes, no. Para que el chisme no haga daño
debemos estar dispuestos a contarle directa y personalmente al amigo aquello de
lo que hemos hablado ante otras personas no estando presente el susodicho. Y en
segundo lugar, no debemos enjuiciar al otro, contamos un hecho pero sin juzgar,
sin enjuiciar. Sigue siendo un amigo. Y aunque no lo sea. Es mejor ser claros
en la comunicación que andar con chismorreos. Y eso es también hacer el amor y
no la guerra.
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