Hacía tiempo que no le veía, y al encontrarnos nos hemos sentado a charlar un rato largo. Prácticamente le he dicho que como siempre, que sin secretos y con sinceridad, que podía entrar dentro de mi interior y curiosear lo que quisiera. Solo bastaba preguntar. Eso es lo que ha hecho, pero yo tampoco me he quedado atrás.
Ha sido fácil entendernos a pesar del tiempo que ha transcurrido. Su actitud ha sido la misma, pues me comentó que con los amigos a quien apreciaba -pocos eran- no tenía astucias de ningún tipo.
¡Cuán necesario son estos encuentros! Al menos para mí. Hace rebajar la tensión, los enfados guardados a uno se le escapan, y las notas musicales comienzan a sonar con armonía. Era como un concierto a dos voces que estábamos haciendo dos amigos que compartían cosas después de un tiempo largo. No había notas discordantes. Hacía calor en aquel local, pero una buena cerveza en medio regaba el ambiente, y cuando no había palabras aparecía la sonrisa y nuestros ojos hablaban. Se acabó la soledad. ¡Qué malo es no tener amigo alguno y alguien con quien poder compartir!
Cuando esto pasa no importa lo que el otro piensa, tú puedes cambiar, vivir cambiando en todo momento que siempre va a existir un acorde entre las almas que se encuentran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario