“El tiempo no corre, vuela” ¿Quién
no ha dicho o escuchado esa frase? Llegó la Navidad hace poco y ya se marchó. Y
también con el tiempo se van cosas de cada uno. Aparecen nuevos achaques, la
memoria disminuye y aunque es verdad que, de vez en cuando, a uno le salen mil
y un lamentos no son más que un desahogo. Pues acá los deterioros que se van produciendo no se
remedian estando todo el día encorajinado y con mala leche, sino al contrario,
con buen ánimo y sin perder de vista las cosas buenas que también el tiempo nos
ha ido dando.
Un día escuché como a un buen
grupo de turistas que paseaban por los sitios turísticos les preguntaba el guía
cuáles eran para ellos las siete maravillas del mundo y uno cuando llegó su
turno a uno de ellos dijo que para é las siete maravillas eran: poder ver,
poder oír, poder tocar, poder probar, poder sentir, poder reír y poder amar. Pues
eso mismo decimos hoy que a pesar de los
pesares que ciertamente puede haberlos y ser muchos hay sagrados motivo para
estar contento e intentar vivir feliz.
El mejor de los sentidos es
revisar de vez en cuando los objetivos que tenemos en nuestra vida, pues si nos
descuidamos nos quedamos vacíos. Es hora pues de qué dejando las contrariedades
que nos cercan, sepamos percibir las cosas buenas a nuestro alrededor y
fijarnos unos objetivos para revisar cada cierto tiempo para no equivocarnos de
camino.
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