Donde quiera que viraba era como si
una pared le cayera encima. Se sentía muy débil ante las situaciones que estaba
viviendo. No sabía cómo solucionarlas, todo es cuestión de mente, de lo que tú
pienses. Y pensaba positivamente del asunto, pero luego no podía salir a la
calle porque a cada paso la rodilla se le doblaba. Planea una serie de acciones
para que se pueda dar paso en el colegio donde trabaja a una nueva acción
educativa de tipo más continuo, pero está rodeado de paredes por todas partes. Paredes
de mala construcción, sí.
¿Paredes fáciles de desplomar? Sí. Pero también
necesita dos manos que le ayuden a empujar aquel trozo para hacerlo de nuevo.
Se siente acorralado por sus opositores, pero tiene claro que no nació para
vivir entre cuatro paredes. Si dos no me ayudan lo haré yo solo. Si solo no
puedo, lo haré en varias sesiones. Unos pasos a su espalda interrumpieron su
creatividad mental. Sintiéndose acorralado por quienes le ponían obstáculos,
aquella noche se percató de cómo había gente que optaba por tener las puertas
cerradas. Imaginándose una vida cercada por los cuatro costados se despertó
sobresaltado, sentándose en la cama. Encendió la luz y se vio en el espejo de
su habitación con las manos extendidas y diciéndose a sí mismo: tus sueños son
tuyos y si no los ejecutas es que te los han robado. No dejes, pues, que la
vieja pared termine por derrumbarse.
Sin palabras.
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