No olvidaré que fue el quien
me ayudó, desde una dinámica social y educativa, a centrarme en mi quehacer y
tener una vida estable en la ciudad que vivo. No me la regalaron. No. Fue mi
trabajo. Pero la motivación me vino de la mano de esta persona de quien hablo.
Siempre lo he visto como alguien animoso, capaz de saltar los obstáculos que
pudieran impedir una integración social de los más desposeídos. Creó y dirigió
una organización social que hoy, gracias al trabajo realizado por esta persona,
tiene un nombre en la sociedad. Ya jubilado colabora en varias organizaciones
sociales como asesor y en momentos puntuales. Nunca ha querido involucrarse en
temas relacionados con la organización que dirigió, pues dice que nadie es
imprescindible en ningún sitio y, de ninguna forma, quiere ser un obstáculo en
la marcha de la misma pues podría originar una división en sus miembros. Nunca
se sabe.
De vez en cuando paso por su
casa y converso de los temas en los que andamos metidos. Me da su opinión, pero
siempre como dejando la puerta abierta para mi decisión personal. Sonriente,
conversador, dinámico, disponible en todo momento para lo que fuese, aunque
pocos meses después de su jubilación le diagnosticaron una enfermedad incurable
y de proceso degenerativo. Ello no ha sido obstáculo para esa dinámica personal
que le ha caracterizado.
Hoy, sin embargo, he salido
preocupado. Le encontré triste, sus ojos llenos de humedad soltaban de vez en
cuando una gota que pronto se evaporaba pero que no dejaba de ser una lágrima.
Frases cortas y sin acabarlas. Físicamente agotado. Salí preocupado. No solo
era su enfermedad lo que disminuía su proceder normal. Algún problema personal
debe estar viviendo que en algún momento de la charla quiso compartir y no supo
y ante el cual fui incapaz de preguntarle y empujarlo un poco a compartirlo. De
camino a casa me preguntaba cómo hacerlo y, sobre todo, cómo estar cercano de
él como siempre lo estuvo de mí y más gente. Sea cual fuere el motivo no se
merece vivir en la tristeza que hoy pude intuir en su persona. Mi pasado ha
podido traspasar la frontera del olvido gracias a su persona. Debo hacerle
posible un mañana feliz sin una mueca de tristeza.
Hay vivencias que no se olvidan...tarde o temprano se agradecen.
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