Adjunto una
carta que refleja una de las tantas situaciones de crudeza que se viven en
Venezuela y que hoy afronta una situación sin garantía de los derechos normales
de todo ciudadanos
Mis queridos
amigos de España:
Mi diócesis de
Carora está pasando momentos muy difíciles. Los colectivos del gobierno nos
están acosando y amenazando con maldad.
Ya han intentado
entrar en la parroquia de la Sagrada Familia, han roto los cristales de las
ventanas, han intentado violar la puerta de la casa parroquial y una vez que se
han encontrado al párroco lo han insultado por anti gobierno y el padre lo ha
pasado muy mal.
Ayer me he han
informado que el próximo seré yo. Yo he estado muy asustado y con mucho miedo.
Hasta este momento no han llegado.
Junto al obispo
hemos tenido que cambiar el horario de misas para las 6:30 de la mañana para
evitar que esa gente entre a nuestras iglesias y tome los micrófonos.
Hemos quitado
las imágenes de los templos y resguardado los vasos sagrados que a ellos les
pudiera parecer valiosos.
El Santísimo
Sacramento los hemos escondido en nuestras casas parroquial y nos hemos tenido
que hacer acompañar por varios hombres de las comunidades para tratar de
preservar la vida.
Estos colé se
llevan todos los muebles, televisión o computadoras que tengamos, debemos sacar
todo de las casas al igual que vehículos, para evitar quedar sin nada.
Es triste
constatar cómo entre nuestros feligreses hay gente que oye todo lo que decimos
los curas en nuestras predicaciones y luego van y lo dicen a los jefes de los
colectivos chavistas para vengan por nosotros. Tendremos que aprender a
convivir con el trigo y la cizaña!
Yo me he sentido
muy ansioso, no duermo mucho por el temor.
Nunca pensé
vivir en dictadura, jamás pensé que las películas sobre persecución que vi se
hagan realidad en mi historia personal y eclesial.
Uno siente
miedo, impotencia pero también irá al ver tanta injusticia. Esa misma rabia
provoca en uno un deseo de no tener más miedo y salir a la lucha por la verdad.
Desde la fe uno
también comienza a releer la historia del Señor Jesus y sobretodo lo que ha
sido su pasión, y les digo que yo me he ido configurando y viendo al Maestro,
no tengo miedo. Es una fuerza que solo el Espíritu Santo nos puede dar.
En el horizonte
no hay luz ni solución fácil. No veo el fin. Solo el principio de una represión
que será más fuerte todos los días y no se si terminará en el martirio de
muchos.
Les agradezco su
preocupación y su fraternidad. Les agradezco su oración para no caer en la
tentación de abandonar el barco cuando la tripulación más nos necesita.
Oren por
Venezuela
Les quiero y
recuerdo,
Padre Jaime
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