Como el
mundo anda mal ella se empeñaba en llevar un camino contrario, el de la
independencia frente a los demás. Poco a poco comenzó a sentirse mal, se sentía
sola, aunque estuviese rodeada de mucha gente. Era la carretera que le estaba
llevando a la soledad. ¿Hay algo peor? Alguien le hizo caer en la cuenta de lo
errante que andaba. Estaba viviendo en un vértigo que le conduciría a la
soledad incomunicativa. Y comenzó a pensar en los cercanos. Y a darse cuenta de
cosas tan sencillas como la de que nos llamamos hijos en relación a unos
padres.
Somos
hermanos porque otros lo son también en relación con nosotros. Lo mismo cuando
nos decimos amigos. Por la propia naturaleza de las cosas tenía que escoger
otra carretera para circular, y esa sí que la iba a llevar a la libertad con y
para los otros. ¿Qué libertad se puede encontrar incomunicada? Sería una
libertad entre rejas.
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