Ya es de noche. Todo parece
tener el mismo color. En una de las casas hay un rayito de luz saliendo por la
ventana. En otras no distingue si hay ventana o no. Lo que sí percibes, con luz
o sin ella, y también escuchas y hasta lo palpas, es el silencio.
El silencio. Parece vacío,
oscuro y sembrador de miedo y de
temores. Y, sin embargo, repasando muchas historias personales, podríamos
descubrirlo como nuestro gran orientador... aquel rumor que escuchamos, aquel
presentimiento que tuvimos, aquella intuición que nos vino.
Silencio que nos ayuda a ir
despacio por la vida y que parando un poco nuestra prisa nos ayuda a saborear
los momentos. Eso que nos han dicho: que la felicidad son momentos, no un
estado de vida.
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