Día uno.
Está amaneciendo. No pasan
coches todavía, pero sí escucho a algún pájaro el nuevo día. ¿Por qué entonces
maúlla un gato? ¿Qué es lo que sabe ese
gato y no cuenta?
Segundo día.
No le conozco. Recitaba su
poema subido a una silla en la calle Mayor. Me ha gustado... Es una de esas personas
anónimas que derrochan talento.
Tercer día.
¿Absurdo? Absurdo es un saco de
tela gris, donde la gente guarda lo que no entiende. Está lleno.
Cuarto día.
Engreído, prepotente, frío y
déspota… me quería contratar de lunes a viernes con descanso el domingo y el
sábado. Aunque no me haga millonario prefiero mi sagrada costumbre: trabajo
sábado y domingo y descanso de lunes a viernes.
Quinto día.
Ayer, si tengo tiempo, te
escribiré poemas viejos.
Sexto día.
Tocaron en la puerta de mi
casa. Lo sé porque el manillar tenía la huella de un dedo sucio y yo soy muy
maniático de la limpieza manillar.
Séptimo día.
Han premiado mi esfuerzo en
él curro a partir de ahora por la mañana no hago nada y por la tarde descanso.
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