“Malos tiempos para la lírica” era el título
de una canción de Golpes Bajos, allá por los ochenta. Seguro que la recuerdan
muchos de los que pongan sus ojos en este post. Se convirtió en un himno y no
ha dejado de tener vigencia desde entonces. Malos tiempos de nuevo cuando uno
ojea la prensa -digital o de papel- o
escucha los informativos y comprueba que en Brasil llega al poder, a través de
las urnas, un personaje tan descaradamente de extrema derecha, que defiende la
dictadura militar (e insinúa que se quedó corta) que laminó las libertades en
un pasado no excesivamente lejano en su país. Un personaje homófobo, machista,
xenófobo y sectario. Un “prenda”, en pocas palabras. Con todo, lo grave no es
solo eso, lo grave es que allá más de un 50% de la población que se haya
acercado a las urnas para depositar en él su confianza.
Brasil era, hasta no hace mucho, una economía
pujante, un país emergente, uno de esos gigantes dormidos, de los que se
suponía iban a tomar el relevo a los viejos gigantes decadentes en un mundo
cada vez más interrelacionado. Hoy, despertando de una sueño que a punto estuvo
de tocar con los dedos, lucha pore salir de una crisis que ha parado en seco
sus expectativas.
Pero no solo es eso lo que ha ayudado a llegar
a Bolsonaro -que así se apellida quien a mí me parece tan peligroso personaje- .
¿Cómo es posible que la mayor democracia de Suramérica se arroje en tan poco
tiempo en brazos de alguien que no se corta al proclamar pensamientos tan
reaccionarios.
Una de la causas puede ser la frustración, es
decir, el incumplimiento de las expectativas de crecimiento. En su día se hablaba del “milagro brasileño”,
el de una sociedad que crecía muy por encima de otras economías de los cinco
continentes. Pero seamos realistas, esas tasas eran difícilmente sostenibles en
plena crisis internacional. En un contesto global, las crisis acaban extendiéndose
y contagiando todo cuanto toca. Se tardará más o menos, pero los contagios
llegan, sobre todo a un sistema productivo cuyos dos pilares fundamentales son
la exportación de materias primas y la prestación de servicios -en el caso
brasileño, el turismo-. Ambos elementos precisan del tirón de la demanda
exterior que, si falla, acaba incidiendo en el mercado interior -la demanda-.
Pero no es el único factor que ha llevado al
cambio. La segunda causa -innegable a estas alturas: la corrupción, un factor
corrosivo que acaba diluyendo la confianza en cualquier sistema social. Ningún
país está exento de ella, pero si fallan los mecanismos para combatirla, más
pronto que tarde, la democracia es solo un cuerpo de normas vacío de contenido,
una proclama retórica inútil, donde se reproducen los comportamientos que degradan
el resto de valores políticos.
¿Y ahora qué? Pues ahora, de momento, cuatro
años de Bolsonaro -cuatro de momento- cuatro de alguien que no se corta en
decir, por esa boquita que dios le ha dado cosas como estas:
Sobre los homosexuales:
"Los homosexuales lo son por consumo de drogas, solo una pequeña parte lo es por defecto de fábrica".
"No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar".
"Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No voy a responder como un hipócrita, ante eso, prefiero que un hijo mío muera en un accidente".
Sobre las mujeres:
"Ella no merece ser violada, porque ella es muy mala, porque ella es muy fea, no es de mi gusto, jamás la violaría" (Refiriéndose a otra parlamentaria de diferente partido)."No es una cuestión de colocar cuotas de mujeres porque sí. Tenemos que colocar gente capacitada. Si colocan mujeres porque sí, voy a tener que contratar negros también".
"Tengo cinco hijos: fueron cuatro hombres, ahí en el quinto me dio una debilidad y vino una mujer".
Sobre su ideología:
"El error de la dictadura fue torturar y no matar".
Sobre su xenofobia:
"No corro el riesgo de que uno de mis hijos se enamore de una mujer negra porque fueron muy bien educados".
"No hacen nada (las comunidades negras). Más de mil millones de dólares al año estamos gastando en ellos. No sirven ni para procrear".
¿Quién da más?
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